La próxima semana, quien baje a biblioteca verá un montón de afiches sobre Acceso Abierto y por ahí le picará la curiosidad. Sin embargo, y para entrar en tema para la charla del miércoles, le pedimos a Alejandra Aracri, compañera de las carreras de Letras y Bibliotecología, que redacte un texto breve a modo de pantallazo para adentrarnos en la cuestión. Los dejamos con su ensayo:
La cosa sucede
La cosa sucede. La democratización de la producción artística e intelectual rompió los tejidos sociales, la Intelectualidad, los Artistas, no se escriben con mayúsculas, los espacios de producción no están ligados hoy a salones ni la inspiración se refugia en torres de marfil, los objetos culturales no tienen una medida y un peso, un color o una estatura, sobre todo no tiene un dueño. El sueño de los poetas de la libertad que hablaban a puro grito de la guerra, del amor, de los libres y de los caídos sin detenerse a pensar en regalías ni en públicos ad hoc se esta concretando: la Feria del Libro Independiente, Eloisa Cartonera, el sello platense UF Caruf![1], donde se editan discos de manera digital y con licencias Creative Commons, son ejemplos de la apropiación deliberada que hizo toda una generación de sus derechos de producir y consumir arte sin esperar estudios de mercado, financiamientos, ni tener que pagar para existir, Youtoube, Vimeo, las bibliotecas digitales, los artesanos y las ferias, en plazas virtuales y reales crean el nuevo paisaje cultural y artístico del siglo XXI .
La universidad tuvo su fractura y su espacio de reflexión en el caso Potel. En el 2009 la Cámara Argentina del Libro criminaliza a un docente de filosofía de la Universidad de Lanús, Horacio Potel[2], por sus sitios web Nietzsche en Castellano, Heidegger en Castellano y Derrida en Castellano, del delito de poner al alcance del público, en forma gratuita y sin fines de lucro, una completa relación de los textos, vida y obra de los tres filósofos, además de fotos, biografías, comentarios y enlaces, fue otro ejemplo de lo débiles que se habían vuelto las viejas estructuras de control, por caso una ley de copyright anacrónica y que nuevas formas de sociabilización necesitaban nuevas reglas para desmontar intereses encontrados: acceso es acceso a todos por igual, o no es acceso. La cosa sucede, la gente escribe, hace música, saca fotos[3], diseña herramientas para dar clases, para crear un servicio, y otro grupo de gente, escucha, lee, aprende, estudia, mira películas. Las comunidades artísticas e intelectuales, lectoras y consumidoras de bienes culturales se están reconociendo sin intermediarios, se están construyendo nuevas reglas y las reglas son simples y también muy viejas: compartir, brindar acceso, difundir. En este sentido las licencias Creative Commons son una alternativa al copyright para que un autor pueda decir como cederá su obra y en la que puede reconocer también cuanto debe su obra a otras producciones que le antecedieron. Pero también es una comunidad que se habla así misma para que no haya canales únicos como el caso del canal Cin Educacion[4] que trata el conflicto estudiantil chileno y está licenciado con Creative Commons para asegurar la difusión de las obras. Los últimos ejemplos han tenido como centro a las Universidades y no es extraño ni casual. Hoy el movimiento del Acceso Abierto, encuentre sus principales difusoras en las Universidades, históricamente son el espacio que democratiza el conocimiento, que media entre los de adentro y los de afuera, y que hace del conocimiento en la lógica capitalista de los bienes activos, más que un capital porque está dispuesta a hacerlo circular y a distribuirlo a manos llenas entre los que menos tienen y que puede darle valor a nuevas monedas, claro que hay resistencia, mucha gente con esto pierde dinero, pero bueno, la cosa sucede.
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